... Observé el rostro del niño, donde el brusco cese de la ironía mostraba hasta qué punto lo había estragado el malestar. Era prodigioso que al fin, gracias a mi triunfo, sus sentidos estuvieran sellados y la comunicación rota; Miles se sabía en presencia de algo que ignoraba, e ignoraba que yo también estaba en presencia de lo mismo y sabía qué era...
viernes, 1 de julio de 2011
Máscaras: Otra vuelta de tuerca - H. James
lunes, 28 de diciembre de 2009
Mimesis y Mundo Ficcional (Cont. Glosario)
Artificio mediante el cual el arte busca reproducir, recrear y representar, a través de la imitación, la realidad natural mejor, peor o tal como es o debiera ser para producir goce y placer estético por su grado de perfección y semejanza y que la literatura logra a través de una disposición particular y creadora del lenguaje.
El término mímesis en su acepción clásica aristotélica refiere a “imitación de la naturaleza” y está íntimamente ligada al ser humano por su capacidad de imitar, de simular, aprender a través de ella y tener la facultad de sentir placer al hacerlo y la pulsión de perfeccionarla para tratar de producir la mayor semejanza posible con el objeto de imitación, que es lo que origina, finalmente junto al aprendizaje que conlleva, sorpresa y goce de esa simulación. La literatura como arte no escapa de esta pulsión; se vale del lenguaje, del discurso, para imitar su objeto, para reproducirlo. Por ejemplo, detallando de modo secuencial y lógico un objeto, personaje o acción, ya sea mediante la narración o la descripción. Aunque esta relación de detalles se lea en un sentido horizontal, las imágenes que logra transmitir el poeta se superponen verticalmente hasta re-construir en la psique del lector/oyente el objeto que está reproduciendo, imitando, re-creando. O cuando mediante la simulación de un diálogo, el poeta nos presenta a los personajes como si ellos existieran y sus pensamientos e ideas fueran expresados independientemente de su creador. De este modo la literatura se convierte en artilugio de imitación y re-creación de la realidad y emplea la mímesis como artificio para lograrlo, usando el lenguaje del mismo modo que el pintor usa los colores o las sombras para reproducir su objeto.
Ahora bien, hablar de imitación de naturaleza es referirse no sólo a aquello que nuestros sentidos son capaces de percibir, sobre todo visualmente, sino también a aquello que nos es esencia de la vida, del ser humano, pensamientos y sentimientos, caracteres, acciones. Si bien todo lo que nos rodea es la realidad natural y los objetos que crea la naturaleza y los que crea el hombre son parte de ella, también lo son las emociones y los pensamientos que conforman la esencia del ser humano. Estos también son susceptibles de representación, de imitación, y la poesía recrea precisamente aquello que concierne al ámbito esencial del ser humano, que mueve la vida del hombre, la vida misma. Cuando la literatura -y muy especialmente la poesía- hace de estas entidades su objeto de imitación se convierte en fuerza creadora por antonomasia.
Por otra parte, la realidad puede ser imitada tal y como se nos presenta, pero además el artista tiene la potestad de transformar esa realidad y re-crearla de modo tal que conmueva en el lector el efecto sensorial o psicológico que éste desea, bien sea representando la realidad peor o mejor de lo que es, o de la forma como cree que “debería ser” aunque siempre unida a la naturaleza y al mundo que conocemos como referente en un grado más o menos cercano.
Bibliografía y consulta:
Aristóteles. (2006). Poética. Monte Ávila Editores Latinoamericana, C.A. Caracas, Venezuela. pp XII (Intro. J. A. Capeletti) 1-10.
Barthes, Roland. (1977). “Introducción al análisis estructural de los relatos” En Silvia Niccolini (comp.). El análisis estructural. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires. Traducido por Beatriz Dorriots.
Castillo Zapata, Rafael. “Claves de estudio”. Material suministrado por el Profesor.
Dolezel, Lubomir. (1987). Teorías de la Ficción Literaria. “Mímesis y mundos posibles”. Madrid, España. pp. 69-77.
Genette, Gérard. (1997). Teorías de los Géneros Literarios. “Géneros, «Tipos», Modos”. Editorial Arco Libros. Material suministrado por el profesor. Pp. 183-185, 202-209.
Platón. (2007). La República o El Estado. Libros II, III y X. Editorial EDAF. Madrid, España. pp. 93-103, 105-123, 383-400.
Consultas en la red: Cabrero María del Carmen (UNS). “SANTIAGO G. BARBERO: La noción de mímesis en Aristóteles.” Colección Ordia Prima Studia 2. Córdoba. Ediciones del Copista, 2004. ISBN 987-563-044-6. Disponible en: http://www.scielo.org.ar/pdf/circe/n10/n10a19.pdf
Imagen en Psikeba: Revista de psicoanálisis y estudios culturales
Relaciones de “espacio/tiempo” integrados, tal y como su referente original, por individuos, objetos, acciones, etc., dotados de sus propias cualidades de existencia, que pueden co-existir en alteridad con el mundo de la realidad natural ya que se legitiman por su conformación y orden lógico y coherente y su potencia de convencimiento y probabilidad.
El mundo ficcional, en cuanto literario, no existe en la realidad natural, pero nace de ella y está inmerso en ella. Es una relación de espacio – tiempo, un lugar “otro”, en un tiempo “otro” distinto al nuestro, en que habitan individuos que atienden a una lógica y un orden de existencia determinado, por su creador (poeta) pero que se nos presenta de modo tal que nuestra atención y emoción obvia los hilos de la marioneta (el personaje), el falso escenario (muebles, objetos, etc.), la incongruencia de otro tiempo (futuro, pasado o que nunca será o fue) y acciones que transcurren al mismo tiempo que nuestro reloj nos indica que debemos ir trabajar o a otra actividad de nuestro mundo real, lógico y palpable. Ese mundo ”otro”, creado de la ficción, de la imaginación de su autor, con todos los elementos que lo configuran y definen es un mundo ficcional y la razón por la que como lectores o receptores del mismo “no vemos” los hilos de la marioneta o no nos importan y aceptamos su validez, lo legitimamos con nuestra credibilidad y lo rescatamos de la falsedad reviviéndolo mediante enlazamientos con la realidad que nuestra propia experiencia, conocimiento y actitud expectante nos permite, es porque su creador lo ha configurado de tal modo y así lo aceptamos, mediante un pacto ficcional, gracias a la validez lógica, ordenada y coherente de su proposición, cualidades necesarias para otorgar existencia a ese mundo “otro”, falso, instantáneo y susceptible de desgaste y caducidad.
Ahora bien, no siempre el referente del mundo de ficción es nuestra propia realidad natural, también puede serlo otro mundo no realizado pero es también posible en tanto nos permita, precisamente, desentrañar la estructura de su posibilidad desde nuestra consciencia y nuestra verdad como describe, por ejemplo, este pasaje de J. Cortázar en Rayuela: “Internarse en una realidad o modo posible de una realidad y sentir cómo aquello que en una primera instancia parecía el absurdo más desaforado, llega a valer, a articularse con otras formas absurdas o no, hasta que del tejido divergente (con relación al dibujo estereotipado de cada día) surge y se define un dibujo coherente que sólo por comparación temerosa con aquel parecerá insensato o delirante o incomprensible.” (Cap. 97).
Bibliografía y consulta:
Aristóteles. (2006). Poética. Monte Ávila Editores Latinoamericana, C.A. Caracas, Venezuela. pp. 12.
Castillo Zapata, Rafael. “Claves de estudio”. Mat. Suministrado por el Profesor.
Cortázar, Julio. (2005) Rayuela. “Capítulo 97”. Ediciones Cátedra. Colección Letras Hispánicas. 18ª Edición. pp. 607.
Dolezel, Lubomir. (1987). Teorías de la Ficción Literaria. “Mímesis y mundos posibles”. Madrid, España. pp. 70-84.
En la red: González, Alberto. “Los textos ficcionales como mundos posibles.” http://servicio.cid.uc.edu.ve/educacion/revista/a2n20/2-20-12.pdf
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Canon y Discurso Literario (Cont. Glosario)
Convención cultural de una comunidad determinada mediante la cual cataloga, a través de sus autoridades, las obras y/o autores que considera representativos y modélicos del fenómeno literario y por ello dignos de estudio, imitación y conservación.
El canon es un establecimiento convencional, una regla y orden que busca unificar e integrar cuanto manifiesta y conforma la identidad doctrinal de una comunidad determinada.
Indiscutiblemente, la cultura de una sociedad influye en sus ciudadanos y los creadores que forman parte de ella no están exentos de esta realidad. Al mismo tiempo, ellos intervienen en esa sociedad y cultura, bien sea como detractores o defensores de su ideología e idiosincrasia. La cualidad integradora de la cultura y la necesidad de las comunidades en general, de tener identidad propia y coherente, establecen los principios, preceptos, valores, estándares que describen y distinguen su particularidad en cuanto a sus manifestaciones artísticas, políticas, religiosas, etc. La literatura, aunque en su esencia no tenga el objetivo expreso de hacer cultura, está en estrecha relación con ella, y ambas conviven nutriéndose una de otra y afectándose en este intercambio constante. De esta manera la literatura, como fenómeno expresivo de una sociedad, es sometida a la consideración de los valores y principios que la constituyen, buscando a través de sus instituciones académicas y culturales (universidades, entes gubernamentales, historiadores, críticos, etc.) solidificar los fundamentos de su identidad para preservarla en el futuro mediante el establecimiento, según sus criterios particulares, de los rasgos que determinan que las obras literarias o sus autores sean representativos de ella y configurando con ellos su canon literario oficial: las obras y/o autores que mejor exponen o ponen de manifiesto lo que consideran como literatura, según sus convicciones y principios, y que por ello, deben ser leídas, estudiadas y conservadas como su reflejo y modelo.
El canon literario se establece a lo largo del tiempo y aunque cada individuo pueda conformar su canon particular con aquellas obras que considera un referente cósmico, fatal y determinante de su concepción universal, prevalece sobre éste el canon oficial determinado e impuesto convencionalmente por el criterio arbitrario de las instituciones investidas de la autoridad sociocultural suficientemente reconocida para establecerlo como tal.
Bibliografía y consulta:
Borges, Jorge Luis. Obras Completas. “Sobre los clásicos”. pp. 772-773.
Blanchot, Maurice. El Diálogo Inconcluso. “La literatura otra vez”. Monte Avila Editores. Caracas. pp. 613-619.
Castillo Zapata, Rafael. “Claves de estudio”. Suministrado por el Profesor.
Mignolo, Walter. El Canon Literario. “Los cánones y (más allá de) las fronteras culturales (o ¿de quién es el canon del que hablamos?)”. Editorial Arcolibros. pp. 237-247.
Sullá, Enric. El Canon Literario. “El debate sobre el canon literario”. Editorial Arcolibros. pp. 11-19.
Tipo particular de discurso que re-dimensiona las formas y el contexto de enunciación y recepción comunicacional valiéndose de recursos lingüísticos, estilísticos y retóricos para relacionar hechos y/o circunstancias con vigencia temporal y potencialidad semántica infinitas, más allá de la función pragmática del lenguaje.
El proceso comunicacional del hombre está presente en todos los actos de su vida y los elementos que conforman este proceso, funcionan entre sí para lograr que la transmisión y recepción del mensaje o la información ofrecida o requerida se produzca eficaz, efectiva y oportunamente. Este proceso comunicacional es discurso y es empleado particularmente en todos los ámbitos humanos. La política, las distintas profesiones, la religión, las instituciones culturales y educativas, por mencionar sólo algunos de estos ámbitos específicos, y aún el habla común, se sirven de determinados tipos de discursos que difieren entre sí por la forma y el contexto en el que son enunciados y por su fin: buscan el intercambio de información con objetivos prácticos específicos destinados al “consumo inmediato” para lograr determinadas reacciones, respuestas, cambios de ánimo, pensamientos, etc., tanto en el receptor como en el emisor; es decir, persiguen un fin pragmático que se pone de manifiesto en el ámbito socio cultural del hombre de forma instantánea o en un momento determinado. El discurso literario aunque se distingue también por su contexto y formas de enunciación, sus ámbitos particulares de producción y recepción y la actualización de sus elementos comunicacionales como ocurre en otros tipos de discursos, tiene la particularidad de valerse de todos ellos respetando sus normas enunciativas y reglas lingüísticas, además de perseguir como fin no uno pragmático, sino uno que a pesar de no tener un objeto práctico inmediato para la sociedad y la cultura, se sirve de ella y la alimenta y enfrenta al receptor con una disposición artificiosa de los recursos lingüísticos y retóricos para lograr permanencia y vigencia temporal constante y continua e intensificar su potencialidad semántica. En fin, el discurso literario es empleado por la literatura para lograr las cualidades textuales que le son tan características aunque también suele llamarse discurso literario al tipo de discurso empleado en el contexto literario de la producción, edición, consumo y estudio de las obras (teóricos, críticos, escritores, editores, etc.) y la Literatura en general.
Bibliografía y consulta:
Brioschi, Franco y Constanzo Di Girolamo. Introducción al Estudio de la Literatura. “El objeto literario”. Editorial Ariel. Barcelona, España. pp. 17
Castillo Zapata, Rafael. “Comentarios al texto de Jonathan Culler ¿Qué es la literatura y qué importa lo que sea?”. Material suministrado por el Profesor.
Cortázar, Julio. (2005) Rayuela. “Introducción Edición de Víctor Amorós”. Ediciones Cátedra. Colección Letras Hispánicas. 18ª Edición. pp. 15-88 y otras.
Eagleton, Terry. Una Introducción a la Teoría Literaria. “Introducción: ¿Qué es la literatura?”. FCE. México. Pp 12.
Marchese, Angelo y Joaquín Forradellas. (1991) Diccionario de Retórica, Crítica y Terminología Literaria. “Discurso”. Editorial Ariel, S.A. Barcelona, España. 3ª. Edición. pp. 103-104.
Van Dijk, Teun A. Estructuras y Funciones del Discurso. Siglo XXI Editores.
lunes, 30 de noviembre de 2009
CRÍTICA LITERARIA E HISTORIA LITERARIA (Cont. Glosario)
Ejercicio de valoración de una obra literaria o un conjunto particular de ellas, para ordenarlas y catalogarlas determinando su ubicuidad y jerarquía, sus relaciones con otras obras, continuidad o discontinuidad, naturaleza, orígenes, efectividad y calidad productiva y de consumo, mediante su lectura metódica, evaluativa y analítica.
La crítica literaria tiene como objeto fundamental la evaluación particular de una obra determinada o conjunto de ellas para emitir un juicio, interviniendo en este sentido en el fenómeno literario, a diferencia de la teoría que se limita al estudio más objetivo y general del mismo. De hecho, la crítica literaria se sirve de las categorías, enunciados y el producto general de los estudios que establece la teoría literaria para examinar y valorizar las obras y, al mismo tiempo, nutre a la teoría con los resultados y datos que obtiene del ejercicio de sus evaluaciones. Por otro lado, también difiere de la teoría literaria en que la crítica, al realizar sus estudios evaluativos y emitir juicios, se sirve no sólo del conocimiento literario, sino que se basa en otras facultades humanas aparte del conocimiento y el entendimiento, como son el criterio y el gusto. Esta característica es fundamental en la crítica literaria pues ella está estrechamente relacionada con la cultura, el contexto social y la tradición en los que está inmersa e interviene tanto en ellos, como es intervenida por ellos. De allí el inevitable carácter de subjetividad que se le atribuye.
Pero, subjetiva o no y a pesar de que las valoraciones emitidas por la crítica puedan llegar a parecer desacertadas en algún momento, lo que es importante señalar es que ella juega un rol importante dentro del fenómeno literario, pues estima el valor y la relevancia de las obras literarias, ordena su vastedad y establece relaciones de afinidad u oposición entre ellas, entre sus autores, entre sus períodos de tiempo y tendencias, y finalmente entre el lector y la obra, quien más que influenciado por sus juicios, será motivados por ellos para comprobarlos, dando inicio así a un diálogo y una relación más dinámica y enriquecedora entre el autor y su obra, entre la obra y el lector y entre ellos y su contexto socio-cultural, permitiendo a su vez alcanzar y aprehender, en pleno acontecer, la creación literaria siempre sorpresiva y novedosa.
Bibliografía y consulta:
Bobes, Carmen; Gloria Baamonde; et al. (1995). Historia de la Teoría Literaria. “Manual de la «Historia de la Teoría Literaria»”. Editorial Gredos. Madrid, España. pp. 11.
Castillo Zapata, Rafael. “Claves de estudio”. Material suministrado por el Profesor.
Genette, Gérard. (1989). Figuras III. “Crítica y Poética”. Editorial Lumen. Barcelona, España. pp. 9-10.
Paz, Octavio. “Corriente Alterna”. Editorial Siglo XXI. México. pp. 39-41.
Consulta en la red: Vírhuez Villafane, Ricardo. Breviario de Crítica Literaria. http://www.andes.missouri.edu/andes/Comentario/RVV_Breviario.html
Imagen en Cibercuaderno
Estudio y relación de los cambios que en la sucesión del tiempo han hecho evolucionar a la literatura, que la han transformado y desarrollado, que dan origen a nuevas características, nuevas variables, y que abarcan tanto su evolución de las formas como su trascendencia, consecuencias y relaciones circunstanciales y documentales.
La historia de la literatura o historia literaria es una disciplina que, por el hecho tener tal objeto de estudio, se dirige a un amplio espectro de variables que va desde las circunstancias en que las obras literarias han aparecido y han trascendido en el tiempo como a las razones y las formas que las han hecho trascender. Es decir, que la historia de la literatura, como todas las historias escrita en el presente pero sobre el pasado, relaciona no sólo los hechos circunstanciales (ámbitos sociales, culturales) que rodean a las obras literarias, sus autores y lectores, sino que va más allá, relacionando los cambios que han sucedido en su estructura paradigmática, en los elementos que la comprenden, sus figuras y recursos discursivos, y más allá aún, relacionando la evolución de esos cambios y sus repercusiones en el fenómeno literario.
Siendo la literatura un arte y dependiendo de tantas variables y tantos elementos que dificultan una definición única y absoluta de ella, al convertirse en objeto de estudio de la historia dimensiona también esas dificultades hacia esta disciplina. La historia de la literatura puede ser la historia de la obra literaria como documento histórico; puede referirse a las circunstancias en las que éstas han aparecido y su repercusión en la sociedad y la cultura; puede referirse también a las circunstancias que han impulsado el nacimiento de algún movimiento o género literario y su evolución o perduración en el tiempo, la determinación de su época y su vigencia. Pero sobre todo, y es un aspecto común a todos los hechos literarios susceptibles de historiar que mencionamos, estudia y relaciona el cómo y cuándo de aquello que hizo que en la literatura, un hecho literario, una obra determinada, un autor determinado, un movimiento o tendencia, trascienda, desde dentro de la obra, de la creación. La historia literaria estudia ese elemento nuevo que surgió en la creación literaria y determina cuándo apareció agotando, desplazando o re-emplazando lo presupuesto, lo ya definido y exigió e impuso un cambio de conceptos, de técnicas, de nuevos métodos para leerla, estudiarla, analizarla y comprenderla, y su evolución, su desarrollo en el suceder del tiempo, sus consecuencias y su trascendencia.
Bibliografía y consulta:
Bobes, Carmen; Gloria Baamonde; et al. (1995). Historia de la Teoría Literaria. “Manual de la «Historia de la Teoría Literaria»”. Editorial Gredos. Madrid, España. pp. 11.
Castillo Zapata, Rafael. “Claves de estudio”. Material suministrado por el Profesor.
Genette, Gérard. (1989). Figuras III. “Poética e Historia”. Editorial Lumen. Barcelona, España. pp. 13-19.
martes, 17 de noviembre de 2009
TEORIA LITERARIA (Continuación del Glosario)
El objeto fundamental de la Teoría Literaria es la definición de la Literatura. Siendo ésta una creación humana resulta inconcebible para la ciencia la imposibilidad de definirla de modo concreto. Sin embargo, la literatura, como fenómeno cultural esencialmente artístico y por ende ligado íntimamente a la necesidad del hombre que inspira y procura el goce espiritual a través de sus manifestaciones expresivas, se dibuja ambigua, proteica, híbrida y llena de contradicciones por la heterogeneidad de los elementos que la nutren y configuran y la subjetividad de sus potenciales interpretaciones. Pero es también una necesidad inmanente al hombre el conocimiento, quien en su búsqueda constante del saber estudia el hecho literario, abstrayéndolo y observándolo, para describirlo y obtener una imagen general, una tesis, una teoría, que lo explique y lo enuncie como proceso sistematizado lógico y ordenado que permita su comprensión. Afirma Roland Barthes que “La ciencia es basta, la vida es sutil, y para corregir esta distancia es que nos interesa la literatura.” (Placer del texto y lección inaugural. 1986. p. 125).
Desde las definiciones y descripciones de la Poética de Aristóteles sobre las virtudes y los elementos que conforman la poesía y de cómo debía ser lograda, han surgido diversas tendencias teóricas cuyos estudios han proporcionado aproximaciones a una definición de la literatura y el establecimiento de particularidades que permiten distinguirla de otros discursos y revelan cómo se sirve de ellos. Además, mediante el estudio de sus características ha sido posible distinguir las variables presentes en las obras literarias e incluso permiten su clasificación y comprensión como proceso, lo cual a su vez, proporciona un sistema de principios que posibilitan la revisión e integración de nuevos elementos que surjan del cambio, el desarrollo y las transformaciones constantes que experimenta el dinámico fenómeno literario, contribuyendo al replanteamiento de los criterios establecidos, pues en reiterar y demostrar constantemente las hipótesis planteadas consiste precisamente el establecimiento de una teoría. Podemos deducir, entonces, que lo que llamamos teoría literaria no es más que el reconocimiento científico de la Literatura como objeto de estudio.
Bibliografía y consulta:
Castillo Zapata, Rafael. “Comentarios al texto de Jonathan Culler ¿Qué es la literatura y qué importa lo que sea”. Material suministrado por el Profesor.
________. “Claves de estudio”. Material suministrado por el Profesor.
Cortázar, Julio. (2005) Rayuela. “Introducción Edición de Víctor Amorós”. Ediciones Cátedra. Colección Letras Hispánicas. 18ª Edición. pp. 15-88 y otras.
Consulta en la red: Chávez, Melina. “Tres apuntes sobre Teoría Literaria.” Gramma Virtual. Publicación de la Facultad de Filosofía, Historia y Letras de la Universidad del Salvador. Año I Nº 3 Febrero 2001. Disponible en:
http://www.salvador.edu.ar/gramma/3/ua1-7-gramma-01-03-11.htm
martes, 27 de octubre de 2009
¿Qué es la Literatura?
LITERATURA:
Arte de re-crear la realidad en una dimensión sorprendente, novedosa y verosímil tal que apele a la sensibilidad y capacidad reflexiva y de atención del hombre, materializando en su ámbito espiritual placer y enriquecimiento mediante la elevación del uso y presentación del lenguaje y exaltándolo con ello, en sí mismo.
La literatura, aún abrigando en su regazo todos los procesos, características y variables que le han sido distinguidos, descritos y estudiado a lo largo de los años de su análisis, conserva siempre invariablemente y en común en todas las teorías que intentan explicarla como fenómeno humano y definirla, la cualidad de lograr, en su manifestación (que no es más que una re-creación del mundo, una realidad transformada y estructurada de manera tal que logra existir dentro de la realidad que todos conocemos y aceptamos), adentrarse en el ámbito inconsciente, subconsciente, espiritual e íntimo de quien la recibe y fundar allí raíces aunque, en una primera impresión parezca que no ha trascendido de su presentación material - papel y símbolos- y la magnitud de esa trascendencia dependa de otras variables como la expectativa y/o la experiencia de quien la recibe.
Por mucho o poco que logre un escritor con su texto conmover el alma, estremecerla, anidar alguna de sus intenciones, su mensaje, aunque la consciencia de este hecho no sea inmediata y requiera de años para que florezca, si logra llegar y germinar en el profundo espacio de las emociones, de las sensaciones y de la psique del receptor, la literatura se habrá materializado entonces y alcanzará su sentido y cualidad más significativos. Pero para que ello suceda, como todo arte, depende de una serie de procesos, de conocimientos, habilidades, experiencias y expectativas, del alcance de sus variables textuales y contextuales -que teóricos literarios han estudiado y han logrado distinguir y definir a través de la historia de la Literatura misma - y del dominio de ellas, de modo que pueda lograr que en la superficialidad de las posibilidades del lenguaje que maneja el hombre en el habla común, pueda recibir una inmersión en sus maravillosas profundidades y palpar en ellas, cara a cara, un sentido de la belleza que se enaltece en la Literatura al ser creadora y parte misma de ella.
Bibliografía y consulta:
Aristóteles. Poética. Parte I. Monte Ávila Editores Latinoamericana, C.A. Caracas, Venezuela. 2006. pp 1-10.
Castillo Zapata, Rafael. “Comentarios al texto de Jonathan Culler ¿Qué es la literatura y qué importa lo que sea”. Material suministrado por el Profesor.
Culler, Jonathan. ¿Qué es la literatura y qué importa lo que sea? Material suministrado por el Profesor.
Consulta en la red: http://www.poemasde.net/ars-poetica-rafael-cadenas/
Calificación obtenida: 20/20
sábado, 3 de octubre de 2009
La Mujer como Vínculo Poético de Conexión con lo Sagrado en
"La vida es un viaje a la muerte con escala en la mujer"
Antonio Fernández Moreno
«Una dulce mujer hay en el cielo
que de este impedimento se ha apiadado
y quiebra el duro juicio con su celo.
A Lucía llamar hizo a su lado
y le dijo: “Tu fiel te necesita
y yo lo recomiendo a tu cuidado».
Lucía, que al dolor sus armas quita,
fuese al lugar en el que yo me era
junto a Raquel sentada, la israelita.
Dijo: “Beatriz, de Dios delicia vera,
¿Por qué no ayudas al que amóte tanto
y huyó por ti de la vulgar esfera?
¿No escuchas ya la angustia de su llanto?
¿No estás viendo la muerte que le acosa
sobre un torrente que es del mar espanto?”
No hubo en el mundo gente tan celosa
de su provecho y de evitar su mal
como yo, que he bajado presurosa
desde mi beatífico sitial
a confiarme a tu discurso honesto
que de ti y de quien te escucha honra es cabal».
El Infierno. Canto II. Versos 93 al 114. La Divina Comedia. Dante Alighieri.
En medio del desasosiego, de la desesperanza, la desorientación, el extravío, los versos “Nel mezzo del cammin della mia vita mi ritrovai per una selva oscura...” reflejan la crisis, el caos espiritual, el temor, las dudas, el profundísimo abismo de la inconsciencia, y en este punto inicia Dante un viaje desde la oscuridad hacia la claridad, desde la muerte hacia la vida. Dante es en este punto un hombre, sólo un hombre, un ser humano como todos nosotros que camina, como todos lo hacemos alguna vez, el mismo sendero de la vida del cual nos apartamos y que luego ansiamos recobrar. Dante es, en este punto, cualquiera de nosotros tratando de hallarnos, de reconocernos, de aprehendernos y recrearnos a partir de la toma de conciencia, del alcance de la madurez, pero de la madurez en el sentido de la búsqueda de la perfección humana a través de la práctica de la virtud, de la búsqueda de la sabiduría más que del conocimiento, de los valores, de la templanza, la fortaleza espiritual, la reciedumbre, la moral, la sobriedad, el dominio de las pasiones del alma y el cuerpo, la búsqueda del aprendizaje, del entendimiento. Pero no es un camino fácil de andar. El hombre, para ello, necesita un guía, una luz, y necesita además un sentido que le ayude a recobrar la razón perdida. Desde los orígenes del hombre, los mitos intentan explicar y dar cuenta de este proceso. Muestra de ellos son los ritos de iniciación a los que son sometidos los jóvenes que no son más que una representación del paso de un estadio espiritual –más allá del físico- a otro. Implica una muerte y un renacimiento, un tránsito de conexión con lo sagrado.
En estos mitos iniciáticos participa siempre un sacerdote, quien conduce el ritual y representa la sabiduría, tan necesaria, el conocimiento de los misterios de la vida y de la muerte que el hombre tarde o temprano deberá enfrentar. Durante el tránsito de Dante, en este viaje, ese guía espiritual está representado por Virgilio, quien lo conducirá desde “El Infierno” hasta “El Purgatorio”. Si bien su encuentro con el poeta, a quien tanto debe no sólo por mera admiración, sino además por inspiración de sus propias obras, es ya una imagen pasmosa, una vez que lo reconoce, pregunta por qué, cómo es que está a su lado, cómo es que el vate será su guía y éste da cuenta de las razones. La explicación que éste da a su discípulo, da cuenta de una maravillosa serie de imágenes en las que el Amor es el principio de todo cuanto será trascendental para el alcance del anhelado “Paraíso” y ese amor está simbolizado en la mujer.
Virgilio explica a Dante que “hallándose entre el pueblo suspendido” en el que pena el alma de Virgilio, le llamó una mujer “santa y bella”. Era Beatriz, a quien describe “con angélica voz, muy dulce y llana” y ojos que “brillaban más que estrellas”, quien acudía a él “movida por el Amor” para que con la “palabra mesurada” del poeta, éste le ayude y de valor a quien tanto le amó y se halla ahora extraviado. Beatriz representa la gracia divina. Es su figura idealizada, ética y estéticamente, la conexión con lo sagrado, con los misterios, con la virtud. Beatriz, una mujer a quien Dante vio alguna vez y que le marcó para siempre, representa el camino, el sentido que debe tomar hacia la realización plena de su vida espiritual, su conexión con Dios. Algunos textos niegan su existencia real, pero, como afirma Antonio Machado en Otras Canciones a Guiomar, poema II:
“… No prueba nada,
contra el amor, que la amada
no haya existido jamás.”
Una mirada de Beatriz bastó para que el corazón de Dante, el alma de Dante, se viera reflejada en un infinito que no será capaz de comprender hasta reconocerse a sí mismo. Hasta descender hacia lo más profundo de su ser y hallarse desde el fondo, desde la materia primigenia que lo conforma y en afán de negarla, de ignorarla, por considerarla impura, termina sumergido, extraviado y desorientado, enfrentado a sí mismo, sin darse cuenta que desde esa materia, desde la tierra negra y oscura de su ser más profundo es de donde brota el germen de su propia vida, la creación, su conexión con el universo y con Dios. Más allá de la culpa, debe procurar su redención. La mujer está vinculada natural y primigeniamente con lo sagrado. Ella misma representa el misterio de la vida por su capacidad de dar vida y Beatriz simboliza esto y más. El poema XVII de Gustavo Adolfo Bécquer reza:
“Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
Hoy llega al fondo de mi alma el sol;
Hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado…
¡Hoy creo en Dios!”
En los versos del canto II de “El Infierno” de La Divina Comedia, que cito en un principio, se conjugan las imágenes que dan cuenta simbólica de la conexión de la mujer con lo sagrado y cómo a través de ella, también se conectará Dante consigo mismo y con la senda que lo devolverá a la vida, a la luz y lo llevará al “Paraíso”, al encuentro consigo mismo y con Dios. Comienza relatando que hay en el cielo una “Una dulce mujer” que “tiene misericordia” del obstáculo que vence al hombre. Este obstáculo es el miedo que ha de tenerse a las cosas que pueden perjudicar a otros pero que el hombre no comprende por confundirlo con el perjuicio que puedan causarle a sí mismo, lo que da cuenta del egoísmo natural en el ser humano. Esta mujer alude a la Virgen María, quien simboliza la Gracia Plena. La misericordia, la compasión, el Amor infinito y puro. La pureza del alma. Conmovida ante el temor de Dante, su sufrimiento y extravío, acude a Santa Lucía, que representa nuestra segunda imagen. Dante guarda devoción a la imagen de esta santa y le atribuye el papel de “Gracia iluminadora”. De hecho, su nombre quiere decir “la que ilumina”. En sus biografías se señala que ella respondió ante la inminencia de su castigo por convertirse a la fe cristiana que "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma es consciente". Y ¿no necesita Dante de esta claridad para acercarse a lo más profundo de su ser, reconocerse, aceptarse, perdonarse y reconectarse con la pureza que guarda en su alma a través del Amor luego de haber experimentado en su propia carne todos los festejos y desórdenes del desvío de su vida del sendero de la virtud? Sólo a través del error se aprende, a través de la ausencia y la carencia se ama, sólo a través del pecado se alcanza la noción de las virtudes. Sin sombra, como solemos decir, no hay luz.
Santa Lucía, a su vez, acude a Beatriz y la exhorta, en nombre del Amor que Dante le profesa, precisamente, a que acuda en su ayuda y Beatriz lo hace por intermedio de Virgilio, el poeta, para que con sus “mesuradas palabras” le de valor y le guíe ¿Qué otra cosa conforman las palabras de un poeta sino poesía? Dante, a través de la poesía, de su poesía, emprenderá un viaje doloroso y profundo a su propio ser. A través de la poesía busca la belleza y la sabiduría que simboliza Beatriz y halla en ella precisamente, el modo de conectarse con ella tras su pérdida. En la poesía él se re-encuentra con ella y a través de ella con lo sagrado. Al mismo tiempo, ella le recibe a través de su poesía y se conecta con él. Esta es la manera en que él puede decir y decirse, mirarse y comprenderse a sí mismo. A través del sentido poético, de la poesía, buscará y hallará la belleza. Las virtudes que además simbolizan estas tres figuras, las virtudes teologales: la Fe, representada en la idealización hacia Beatriz, en quien Dante cree y a través de quien cree en lo sagrado; la Caridad, en el sentido del bien, de su procura a pesar de cualquier cosa y por encima de cualquier cosa, simbolizado en Santa Lucía y finalmente, la Esperanza, representada por la intercesión de María, la madre piadosa y misericordiosa que intercede por él. Representan además las Tres Gracias, la Santísima Trinidad. Tres damas que rescatarán a Dante del extravío en la “Selva Oscura” y procurarán su salvación. Tres virtudes que además forjarán en él la templanza de su carácter, la sobriedad, la sabiduría, la mesura, la responsabilidad de sus actos que asumirá a través de la visión poética que Dante hace del Infierno, de la mano de Virgilio, su guía. A través de la acción de intercesión, de misericordia, de Amor, Dante emprenderá el viaje hacia la madurez espiritual, hacia el perfeccionamiento de su alma y su encuentro con Dios.
Este es un viaje que cada hombre emprende tarde o temprano en el camino que recorre desde la vida hacia la muerte y que toma sentido cuando por primera vez, la amada, la representación terrenal de cuanto pueda significar para él la belleza, toma la forma de una mujer en cuyos ojos se mirará por primera vez como hombre y de cuyos labios comprenderá al fin quién es, cuando escuche su nombre pronunciado en su “dulce y llana voz” tras una sonrisa que de ella le demuestre que ¡Dios existe!
BIBLIOGRAFIA:
ALIGHIERI, Dante. LA DIVINA COMEDIA. Editorial Bruguera. Barcelona. España. 1973. Pp. 9-37, 48-51.
ALIGHIERI, Dante. LA DIVINA COMEDIA. Edición Integra. Colección Cálicos de la Literatura Universal. Ultimas Noticias. Pp. 13-49, 58-62.
ANSON, Luis M. ANTOLOGIA DE LAS MEJORES POESÍAS DE AMOR EN LENGUA ESPAÑOLA. Ediciones De Bolsillo. Barcelona, España. 2004. Pp. 61, 378.
Consultas en la Red: Diccionario de Símbolos de Eduardo Cirlot: http://books.google.co.ve/books?id=zfzRnpyZwD4C&pg=PA487&lpg=PA487&dq=diccionario+de+s%C3%ADmbolos&source=bl&ots=JkX_e8yXPc&sig=V_FwNU07smiKQUcePpd8FzZLUoM&hl=es&ei=T_UtSvD6K8SktgfU4bmJDA&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=4#PPA101,M1
Datos biográficos Santa Lucía: http://www.corazones.org/santos/lucia.htm
Discusión de Ideas y Tertulias. Br. Aryam Ladera. II Semestre Letras. UCV
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