El primer reto en esta carrera fue tratar de definir qué es lo que estudiamos. De la mano del reconocido poeta Rafael Castillo Zapata, quién fue mi profesor de Teoría Literaria I, lo asumí y llevé adelante a pesar del desaliento provocado por la sentencia de que es imposible conceptualizar la literatura de modo determinante y definitivo, y de que, además, tendría que aprender a vivir con ello. Aunque, ya me hice a la idea y sonrío con complicidad frente a los intentos que me encuentro por ahí porque yo también lo he intentado, esta fue mi propuesta para el Glosario de Términos de Teoría Literaria I. Luego publicaré otros...
LITERATURA: Arte de re-crear la realidad en una dimensión sorprendente, novedosa y verosímil tal que apele a la sensibilidad y capacidad reflexiva y de atención del hombre, materializando en su ámbito espiritual placer y enriquecimiento mediante la elevación del uso y presentación del lenguaje y exaltándolo con ello, en sí mismo.
La literatura, aún abrigando en su regazo todos los procesos, características y variables que le han sido distinguidos, descritos y estudiado a lo largo de los años de su análisis, conserva siempre invariablemente y en común en todas las teorías que intentan explicarla como fenómeno humano y definirla, la cualidad de lograr, en su manifestación (que no es más que una re-creación del mundo, una realidad transformada y estructurada de manera tal que logra existir dentro de la realidad que todos conocemos y aceptamos), adentrarse en el ámbito inconsciente, subconsciente, espiritual e íntimo de quien la recibe y fundar allí raíces aunque, en una primera impresión parezca que no ha trascendido de su presentación material - papel y símbolos- y la magnitud de esa trascendencia dependa de otras variables como la expectativa y/o la experiencia de quien la recibe.
Por mucho o poco que logre un escritor con su texto conmover el alma, estremecerla, anidar alguna de sus intenciones, su mensaje, aunque la consciencia de este hecho no sea inmediata y requiera de años para que florezca, si logra llegar y germinar en el profundo espacio de las emociones, de las sensaciones y de la psique del receptor, la literatura se habrá materializado entonces y alcanzará su sentido y cualidad más significativos. Pero para que ello suceda, como todo arte, depende de una serie de procesos, de conocimientos, habilidades, experiencias y expectativas, del alcance de sus variables textuales y contextuales -que teóricos literarios han estudiado y han logrado distinguir y definir a través de la historia de la Literatura misma - y del dominio de ellas, de modo que pueda lograr que en la superficialidad de las posibilidades del lenguaje que maneja el hombre en el habla común, pueda recibir una inmersión en sus maravillosas profundidades y palpar en ellas, cara a cara, un sentido de la belleza que se enaltece en la Literatura al ser creadora y parte misma de ella.
Bibliografía y consulta: Aristóteles. Poética. Parte I. Monte Ávila Editores Latinoamericana, C.A. Caracas, Venezuela. 2006. pp 1-10. Castillo Zapata, Rafael. “Comentarios al texto de Jonathan Culler ¿Qué es la literatura y qué importa lo que sea”. Material suministrado por el Profesor. Culler, Jonathan. ¿Qué es la literatura y qué importa lo que sea? Material suministrado por el Profesor. Consulta en la red: http://www.poemasde.net/ars-poetica-rafael-cadenas/
"La vida es un viaje a la muerte con escala en la mujer"
Antonio Fernández Moreno
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«Una dulce mujer hay en el cielo
que de este impedimento se ha apiadado
y quiebra el duro juicio con su celo.
A Lucía llamar hizo a su lado
y le dijo: “Tu fiel te necesita
y yo lo recomiendo a tu cuidado».
Lucía, que al dolor sus armas quita,
fuese al lugar en el que yo me era
junto a Raquel sentada, la israelita.
Dijo: “Beatriz, de Dios delicia vera,
¿Por qué no ayudas al que amóte tanto
y huyó por ti de la vulgar esfera?
¿No escuchas ya la angustia de su llanto?
¿No estás viendo la muerte que le acosa
sobre un torrente que es del mar espanto?”
No hubo en el mundo gente tan celosa
de su provecho y de evitar su mal
como yo, que he bajado presurosa
desde mi beatífico sitial
a confiarme a tu discurso honesto
que de ti y de quien te escucha honra es cabal».
El Infierno. Canto II. Versos 93 al 114. La Divina Comedia. Dante Alighieri.
En medio del desasosiego, de la desesperanza, la desorientación, el extravío, los versos “Nel mezzo del cammin della mia vita mi ritrovai per una selva oscura...” reflejan la crisis, el caos espiritual, el temor, las dudas, el profundísimo abismo de la inconsciencia, y en este punto inicia Dante un viaje desde la oscuridad hacia la claridad, desde la muerte hacia la vida. Dante es en este punto un hombre, sólo un hombre, un ser humano como todos nosotros que camina, como todos lo hacemos alguna vez, el mismo sendero de la vida del cual nos apartamos y que luego ansiamos recobrar. Dante es, en este punto, cualquiera de nosotros tratando de hallarnos, de reconocernos, de aprehendernos y recrearnos a partir de la toma de conciencia, del alcance de la madurez, pero de la madurez en el sentido de la búsqueda de la perfección humana a través de la práctica de la virtud, de la búsqueda de la sabiduría más que del conocimiento, de los valores, de la templanza, la fortaleza espiritual, la reciedumbre, la moral, la sobriedad, el dominio de las pasiones del alma y el cuerpo, la búsqueda del aprendizaje, del entendimiento. Pero no es un camino fácil de andar. El hombre, para ello, necesita un guía, una luz, y necesita además un sentido que le ayude a recobrar la razón perdida. Desde los orígenes del hombre, los mitos intentan explicar y dar cuenta de este proceso. Muestra de ellos son los ritos de iniciación a los que son sometidos los jóvenes que no son más que una representación del paso de un estadio espiritual –más allá del físico- a otro. Implica una muerte y un renacimiento, un tránsito de conexión con lo sagrado.
En estos mitos iniciáticos participa siempre un sacerdote, quien conduce el ritual y representa la sabiduría, tan necesaria, el conocimiento de los misterios de la vida y de la muerte que el hombre tarde o temprano deberá enfrentar. Durante el tránsito de Dante, en este viaje, ese guía espiritual está representado por Virgilio, quien lo conducirá desde “El Infierno” hasta “El Purgatorio”. Si bien su encuentro con el poeta, a quien tanto debe no sólo por mera admiración, sino además por inspiración de sus propias obras, es ya una imagen pasmosa, una vez que lo reconoce, pregunta por qué, cómo es que está a su lado, cómo es que el vate será su guía y éste da cuenta de las razones. La explicación que éste da a su discípulo, da cuenta de una maravillosa serie de imágenes en las que el Amor es el principio de todo cuanto será trascendental para el alcance del anhelado “Paraíso” y ese amor está simbolizado en la mujer.
Virgilio explica a Dante que “hallándose entre el pueblo suspendido” en el que pena el alma de Virgilio, le llamó una mujer “santa y bella”. Era Beatriz, a quien describe “con angélica voz, muy dulce y llana” y ojos que “brillaban más que estrellas”, quien acudía a él “movida por el Amor” para que con la “palabra mesurada” del poeta, éste le ayude y de valor a quien tanto le amó y se halla ahora extraviado. Beatriz representa la gracia divina. Es su figura idealizada, ética y estéticamente, la conexión con lo sagrado, con los misterios, con la virtud. Beatriz, una mujer a quien Dante vio alguna vez y que le marcó para siempre, representa el camino, el sentido que debe tomar hacia la realización plena de su vida espiritual, su conexión con Dios. Algunos textos niegan su existencia real, pero, como afirma Antonio Machado en Otras Canciones a Guiomar, poema II:
“… No prueba nada,
contra el amor, que la amada
no haya existido jamás.”
Una mirada de Beatriz bastó para que el corazón de Dante, el alma de Dante, se viera reflejada en un infinito que no será capaz de comprender hasta reconocerse a sí mismo. Hasta descender hacia lo más profundo de su ser y hallarse desde el fondo, desde la materia primigenia que lo conforma y en afán de negarla, de ignorarla, por considerarla impura, termina sumergido, extraviado y desorientado, enfrentado a sí mismo, sin darse cuenta que desde esa materia, desde la tierra negra y oscura de su ser más profundo es de donde brota el germen de su propia vida, la creación, su conexión con el universo y con Dios. Más allá de la culpa, debe procurar su redención. La mujer está vinculada natural y primigeniamente con lo sagrado. Ella misma representa el misterio de la vida por su capacidad de dar vida y Beatriz simboliza esto y más. El poema XVII de Gustavo Adolfo Bécquer reza:
“Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
Hoy llega al fondo de mi alma el sol;
Hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado…
¡Hoy creo en Dios!”
En los versos del canto II de “El Infierno” de La Divina Comedia, que cito en un principio, se conjugan las imágenes que dan cuenta simbólica de la conexión de la mujer con lo sagrado y cómo a través de ella, también se conectará Dante consigo mismo y con la senda que lo devolverá a la vida, a la luz y lo llevará al “Paraíso”, al encuentro consigo mismo y con Dios. Comienza relatando que hay en el cielo una “Una dulce mujer” que “tiene misericordia” del obstáculo que vence al hombre. Este obstáculo es el miedo que ha de tenerse a las cosas que pueden perjudicar a otros pero que el hombre no comprende por confundirlo con el perjuicio que puedan causarle a sí mismo, lo que da cuenta del egoísmo natural en el ser humano. Esta mujer alude a la Virgen María, quien simboliza la Gracia Plena. La misericordia, la compasión, el Amor infinito y puro. La pureza del alma. Conmovida ante el temor de Dante, su sufrimiento y extravío, acude a Santa Lucía, que representa nuestra segunda imagen. Dante guarda devoción a la imagen de esta santa y le atribuye el papel de “Gracia iluminadora”. De hecho, su nombre quiere decir “la que ilumina”. En sus biografías se señala que ella respondió ante la inminencia de su castigo por convertirse a la fe cristiana que "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma es consciente". Y ¿no necesita Dante de esta claridad para acercarse a lo más profundo de su ser, reconocerse, aceptarse, perdonarse y reconectarse con la pureza que guarda en su alma a través del Amor luego de haber experimentado en su propia carne todos los festejos y desórdenes del desvío de su vida del sendero de la virtud? Sólo a través del error se aprende, a través de la ausencia y la carencia se ama, sólo a través del pecado se alcanza la noción de las virtudes. Sin sombra, como solemos decir, no hay luz.
Santa Lucía, a su vez, acude a Beatriz y la exhorta, en nombre del Amor que Dante le profesa, precisamente, a que acuda en su ayuda y Beatriz lo hace por intermedio de Virgilio, el poeta, para que con sus “mesuradas palabras” le de valor y le guíe ¿Qué otra cosa conforman las palabras de un poeta sino poesía? Dante, a través de la poesía, de su poesía, emprenderá un viaje doloroso y profundo a su propio ser. A través de la poesía busca la belleza y la sabiduría que simboliza Beatriz y halla en ella precisamente, el modo de conectarse con ella tras su pérdida. En la poesía él se re-encuentra con ella y a través de ella con lo sagrado. Al mismo tiempo, ella le recibe a través de su poesía y se conecta con él. Esta es la manera en que él puede decir y decirse, mirarse y comprenderse a sí mismo. A través del sentido poético, de la poesía, buscará y hallará la belleza. Las virtudes que además simbolizan estas tres figuras, las virtudes teologales: la Fe, representada en la idealización hacia Beatriz, en quien Dante cree y a través de quien cree en lo sagrado; la Caridad, en el sentido del bien, de su procura a pesar de cualquier cosa y por encima de cualquier cosa, simbolizado en Santa Lucía y finalmente, la Esperanza, representada por la intercesión de María, la madre piadosa y misericordiosa que intercede por él. Representan además las Tres Gracias, la Santísima Trinidad. Tres damas que rescatarán a Dante del extravío en la “Selva Oscura” y procurarán su salvación. Tres virtudes que además forjarán en él la templanza de su carácter, la sobriedad, la sabiduría, la mesura, la responsabilidad de sus actos que asumirá a través de la visión poética que Dante hace del Infierno, de la mano de Virgilio, su guía. A través de la acción de intercesión, de misericordia, de Amor, Dante emprenderá el viaje hacia la madurez espiritual, hacia el perfeccionamiento de su alma y su encuentro con Dios.
Este es un viaje que cada hombre emprende tarde o temprano en el camino que recorre desde la vida hacia la muerte y que toma sentido cuando por primera vez, la amada, la representación terrenal de cuanto pueda significar para él la belleza, toma la forma de una mujer en cuyos ojos se mirará por primera vez como hombre y de cuyos labios comprenderá al fin quién es, cuando escuche su nombre pronunciado en su “dulce y llana voz” tras una sonrisa que de ella le demuestre que ¡Dios existe!
BIBLIOGRAFIA:
ALIGHIERI, Dante. LA DIVINA COMEDIA. Editorial Bruguera. Barcelona. España. 1973. Pp. 9-37, 48-51.
ALIGHIERI, Dante. LA DIVINA COMEDIA. Edición Integra. Colección Cálicos de la Literatura Universal. Ultimas Noticias. Pp. 13-49, 58-62.
ANSON, Luis M. ANTOLOGIA DE LAS MEJORES POESÍAS DE AMOR EN LENGUA ESPAÑOLA. Ediciones De Bolsillo. Barcelona, España. 2004. Pp. 61, 378.